jueves, 26 de noviembre de 2015

Todo a cien
Nacidos para matar 
Por Pedro Suárez 


Vivimos bajo la égida de una psicosis ampliada, de cualquier lado, y a imitación de la liebre, salta un loco. Así la muerte ha devenido en un espectáculo que todos aborrecen pero al que una inmensa mayoría, secretamente, asiste gozoso. Los franceses con la novedad de la guillotina abrieron la venta de los boletos al gran público, las plazas de la Francia de Robespierre y Marat guardaban parcos de honor para presenciar la ejecución de los enemigos de la revolución. Se había logrado una conquista extraordinaria con ese tipo de espectáculo, la guillotina dejaba atrás su uso exclusivo para la nobleza y en adelante cualquier pata en el suelo podía disfrutar del golpe seco de la hojilla de la patria. 

El catálogo del horror fue impreso en las primeras tintas que utilizó el hombre, la misma que impregnó la quijada de burro con que Caín mató a su hermano Abel. En las páginas de dicho catálogo aparece en lugar destacado los detalles de la hoguera, la misma donde ardió Juana de Arco, y de la que se salvó Galileo por su oportuno Eppur si muove; también aparece la cruz, donde padeció Jesús rodeado de ladrones,  y donde mi tocayo Pedro pidió que lo crucificaran con la cabeza mirando el suelo; aparece el potro, las formas del empalado, y las exquisiteces con las que los chinos, que lo inventaron todo o casi todo, hicieron lo que se considera un aporte invaluable.

El hombre mata para comer, por venganza, odio, placer, para alcanzar riqueza y poder. Por miles de millones se cuentan  las muertes que se justifican por razones políticas y religiosas. Siempre ha estado de moda matar, hoy más que nunca. Los expertos declaran que en la actualidad se aplican métodos modernos de captación  de asesinos; métodos que ofrecen como premio el paraíso y la vida eterna. Como ven todo culmina en la vida, solo que en este caso es la vida a través de la muerte, y contra eso no se puede.

@pedrojsuarez

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