miércoles, 15 de junio de 2016

In-ventarios


No todos pueden morir a los 27
esta rodilla de cincuenta
fracturada en uno de sus cóndilos
me lo recuerda.
Todo lo he vivido desde una ergástula
la puerta que da a la calle de mis días 
impide borrar la colina que se dibuja al Oeste
Esa a la que de niño subía para mirar el pueblo
para hacerle horizonte a mis pies
para preguntar qué había al otro lado de la montaña 
para provocar la sed de algo que no término de comprender.
Debo decirlo
no sé si veré la tumba de Jim Morrinson.
Y no es cuestión de remar
un vaso de agua puede ahogar a una ballena
un ascensor lanzarte al piso 11
de un edificio de tres plantas.
Puedes rezarle al becerro de oro
en quien no debes confiar es en el destino
capaz y te atraganta un diamante
cosa rara.
Debo decirlo
le perdí el miedo a los bárbaros 

y ya no me intimida la brisa cuando se detiene.

3 comentarios:

  1. Guao. Extraordinario. Mi cariño amigo.

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  2. Hola amiga, gracias, es un texto bien sentido y no me intimida decir que me gusta mucho...
    Un abrazo

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  3. Y ya no me intimida la brisa cuando se detiene. Menuda sentencia para un texto que gusto de leer más de una vez.

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