domingo, 22 de febrero de 2015


De avaros
Por Pedro Suárez


Esa noche arrastró y volcó el oro sobre la báscula, estaba completo, entonces respiró aliviado.
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Tenía un cofre lleno de oro que veneraba como a un Dios, un día lo agitó en su oído y sonó hueco, como su alma.
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Tenía una vieja alcancía de lata a la que veneraba como a un Dios, un día le dio una patada y sonó hueca, como su existencia. 
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La voz se escuchaba a lo lejos, podía venir, pensó, desde uno de los círculos del infierno que describe Dante en la Divina Comedia. Ahora la sentía en la puerta, no le abrió.
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Crecieron sus medidas, pero se le empequeñeció el alma.

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@pedrojsuarez
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