miércoles, 29 de abril de 2015

crípticos
Por Pedro Suárez


Quien baja al infierno no debe ver para atrás, de eso sabia Homero pero lo podemos entender frente a un espejo.
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Hay quienes echan mano del tañido de las campanas para cruzar el instante de estar solo con ellos mismos.
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Ni todas las respuestas ni todas las preguntas, a veces conviene andar como cuando nos colocan un suero en las venas, de a gotas.
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Ir rozando las paredes, detenerse ante las formas que narran historias propias y remiten a instantes que explotan de cuando en cuando en la memoria.
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Qué daño nos hace la necesidad forzada de salir en la foto sin la camisa arrugada.
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Y te das cuenta que nunca fuiste invitado, que sólo era una sombra la que se movía a ras del suelo.
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Digamos que nunca me asomé a ese abismo, que la inocencia era un sofá prestado que olvidé entregar a su dueño.
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Hoy estudié suerte pura en unos granos de arroz, y entendí que hay galaxias destinadas a no encontrarse.
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La intimidad, ese océano en el que vas dando brazadas para llegar a la playa donde te esperas a ti mismo.
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Algunos les toca por destino ser alas, a otros, solo viento.
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Se escribe con la intención de hacer que el lector vuelva sobre lo leído, como cuando pasamos frente a una vidriera y al rato volvemos para detallar es reloj que nos gustó.
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@pedrojsuarez

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