El arte de chocar contra una pared
La óptica de Alice Wu, o si prefieren su manera de relacionarse con el mundo y con la gente, no sólo es inteligente si no que está insuflada de una elevada dosis de tolerancia para con el prójimo. Es el hacer y dejar hacer. Pero además, es el sentido de la caridad y la compasión ante el error. Y mire que no es poca cosa el credencial moral con se presenta ante el mundo. Sobre manera ahora que ser feliz es una obligación que debe registrarse en las redes sociales, y que dejó de ser un asunto íntimo. Abulta su visión, además, la dosis de humor que se requiere para perdonar y no sentirse dueño de verdades inconmovibles porque al final llega la muerte, y con ella el olvido.
Me gusta Alice Wu, me hace bien saber que no es un comisario, y que así se hacen mejores películas.