A modo de ventana
Por Pedro Suárez
Volví
a la ferretería en la que siendo niño compraba alambre y tornillos, encontré los
mismos ojos azules de Dino, pero esta vez en el rostro de un anciano.
Venderle
el alma al Diablo es una transacción que se hace y se suscribe sin mirar el
pliego, como preguntando si lo prefiere tinto.
Hoy, cuando
duerma la siesta, voy a soñar con la caída del Zeppelin.
Pensé
que el Trocante Mayor era un grado de la Armada hasta que me lo fracturé,
felizmente no tiene nada que ver con lo militar.
¿En cuál
anillo del infierno le cantó Dante al insomnio?
Me gusta ver
que hace la gente cuando no está haciendo nada.
Si
decido cruzar un océano o nadar en un vaso de whisky les diré cuántas brazadas
requiere alcanzar la otra orilla.
Me entero
que el bastón de tres patas es para que no se caiga el bastón.
No sé por
qué pero digo sin porqué, peróxido de hidrógeno.
Las
costuras, que no se noten.