viernes, 25 de febrero de 2022

 La maldita guerra







El amor es el silencio más fino,

el más tembloroso, el más insoportable.

Jaime Sabines


Mientras las bombas caen, si se aguza el oido, solo vas a escuchar el temblor que se esconde en los huesos. Pienso en esto mientras veo, en la tv, el estallido de las bombas. Es en Ucrania, podría ser en otro continente, no importa. Es la maldita guerra. Dejo aquí dos poemas. El primero del poeta Carlos Villaverde; el otro que trae recuerdos de Jaime Sabines y de su enorme poesía, es de mi autoría. 



La maldita Guerra


La maldita guerra

hela aquí enésima

renacida de cicatrices 

que vuelven de otras muertes

en la mordedura del estruendo

del juego perverso con la pólvora y el uranio

que gustan hacer criminales como Putin

que gobiernan Estados


La maldita guerra

que pavoriza los pájaros y despierta

en los ojos desmesurados

de la madrugada de Kiev

donde algún poeta escarba todavía

palabras de escombros

de otro y terrible infortunio


La maldita guerra que empieza

y no escarmienta

que protagonizan inocentes

en sangre vertida en carne magra

sobre el hielo de febrero

otra vez noticia

que al amanecer miramos

extraviados de sosiego.


Carlos Villaverde






El arte de no saber


Yo no sé de guerra

y eso lo sé de cierto.


La guerra

ese lugar

donde crujen los dientes

donde la sangre se hace costra

mancha del tamaño del miedo

grito que muere antes de tocar los labios

vergüenza en la piel.


La guerra

escupidero de malditos

nido en el que muere la inocencia.

Yo no sé de guerra

lo supongo.






domingo, 20 de febrero de 2022

 Visita médica

El concepto de premio es tan útil para la vida como lo es el Erase una vez al momento narrar historias, cuentos. Se premia el valor de la amistad, en la vida. Se cuenta el valor de esa amistad a la que bien le cae el Erase una vez. Mantengo, luego, y a los fines de este introito una amistad entrañable con el poeta Carlos Gabriel Villaverde González. Lo conocí un lejano día de nuestra primera juventud, en Upata, concretamente en el porche de mi casa de la calle Arévalo González #3.  Llegó con unos libros en la mano y unas revistas de poesía. Para hacer el cuento más corto, venía de Valencia donde estudiaba medicina, ahora es médico y todavía vive en Valencia donde se dedica a la docencia como profesor de Historia de la  Medicina en la Universidad de Carabobo, y a ratos al oficio de editor. Con Villaverde me carteo, antes vía correo y en papel, luego a través del correo electrónico y ahora por WhatsApp. Hablamos poco, y cuando lo hacemos podemos conversar por horas. El caso es que Villaverde va dejando una montaña de letras que se acumulan en la bandeja de mi cuenta de correo. En ocasiones las releo, como hoy. Esta nota me la escribió a propósito de unos exámenes médicos que le envié para que los leyera. La respuesta es deliciosa. No la adjetivaré, me atrevo a compartirla sin la autorización del poeta porque me divertí releyéndola. Aquí va.


La carta


A ver. Todo dentro de lo que cabe en 57 tacos, casi 58. La hipotensión suya es de vieja data. Ha sabido lidiarla, más por viejo que por Diablo. Su disnea es más nariz que pulmón. Lidiada también solo con almohadas y una que otra gota y más pastillas. Allí se impondría otra vertiente, quizá tardía. Su tiroiditis ¿? No la conocía. Ver valores funcionales cuando se haga las pruebas respectivas. Morfológicamente su cuello ha sido destacadamente grueso. Acaso para mantener en alto una testa considerable. Hacer las pruebas es aconsejable.  Faltaría más que una glándula, a mi juicio tan estéril, disfuncionara ahora, y contribuyera a generar una "función diastólica impedida tipo 1 al límite". O que la dislipidemia (no infrecuente en su historial) pueda producir una "aortoesclerosis y ectasia de aorta" (rigidez aórtica por "pegoste graso"  con subsecuente "tranquilidad" en el sector (ectasia) generando alteraciones de flujo sanguíneo donde el fluir continuo, no estancado, es, precisamente, la vida) y, subsecuentemente,  un "septum aneurístico" que "destaca". 

Seguramente cabrá tratamiento. Las pepas de "control". La industria farmacológica hace su papel a través de los galenos, evitando, sin duda, la factura aún temprana, de la Parca. La misma señora que suele ser muy terminante allí en el "penco" y que bien sabemos, al final, cobra.

Por lo demás dieta aunque sea como saludo de bandeirante y reducción de remordimientos. Sería mejor la frugalidad. Casi no comer y solo beber agua. Me apoyo en la evidencia "gandiana", y menos en sus proclamas de tonto-vivísimo. 

Esa "secta", no sufre de atisbos cardiacos, siendo viejos. Acaso no carne, no cerdo, no cordero, no pollo. Es decir, casi morir de infelicidad gustativa, y vivir sin colesterol. Así de crucial suele ser el dilema.

Ejercicio con el "triflu", una pamplinada útil para el ocio por uno mismo. 

Lo demás es confiar en que el penco que ha acompañado a uno durante más de medio siglo resista. Que siga desmintiendo estadísticas, y dejando en ridículo a los abnegados galenos, haciendo de las suyas, en su increíble tic tac, en su crucial, tanto como simple, escarceo de mantenernos despiertos.


PD: ¿ha habido taquicardia ultimamente?


 La maldita guerra El amor es el silencio más fino, el más tembloroso, el más insoportable. Jaime Sabines Mientras las bombas caen, si se ag...