martes, 20 de enero de 2015

El botín 
Por Pedro Suárez 


Debemos a la promesa del botín parte de la sangre derramada a manos de ese animal bruto y muchas veces despiadado que llaman hombre. Atila, al que amablemente se le conocía como el Azote de Dios, hubiese terminado como un menesteroso de no haber insuflado a sus mercenarios con la adrenalina de la recompensa que descubría el carbón y la muerte en cada una de sus incursiones armadas. 

Todos quieren algo. Terroristas le cortan el cuello como gallina a periodistas infieles, y alegan que lo hacen en nombre de Dios. De suerte que para esa gente el cielo es un botín que, entre otras formas, se puede alcanzar por la vía rápida, la que da filo a la espada. Eso explica que vistan a niñas de explosivos y las envíen con su carga mortal a cosechar ángeles en centros comerciales. Para el dictador, el botín es el poder. Para el avaro, la usura. Para el funcionario público, los dineros del Estado. Para el malandro, la sorpresa. Hay una necesidad de llevarse algo, de someter con la idea o el plomo a los otros. Todo está en disputa, la religión, las fronteras, las ideas, pero lo que mueve es el botín. Si no me cree, abra el periódico con ojo crítico y lea, no la línea sino la entre línea.
@pedrojsuarez

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