Día de la Marmota
Por Pedro Suárez
Apenas lo vi en pantalla entré en
pánico, cómo pude olvidarlo. La reacción fue automática, comencé a temblar o
para darle un toque literario al asunto: un sudor frío recorrió mi espalda. Pero
ya va, no lo olvidé, sencillamente no tenía noticia de que esa fecha existía o
guardaba alguna importancia dentro del calendario gregoriano. Uno sabe que la
navidad se celebra en diciembre, que el día de las madres, va para uno de los
domingos de mayo, el del niño en junio. Esos días paralizan al país y activan
un frenesí a lo interno de las cajas registradoras. Olvidar esas fechas es un
delito que se paga con pena de reproches. De ese calibre van los días patrios,
es una vergüenza no saber el de la independencia de tu país. Peor es olvidar el
cumpleaños de tu novia.
Hasta aquí todo bien, el día del niño, el de las madres y
el padre, la navidad y la independencia. Pero, ¿el de la marmota? Cierto en
aquello de que Google te da cinco segundos antes de pronunciar una estupidez,
escribí en el buscador: Día de la Marmota. La respuesta del oráculo fue
instantánea, se trata de un roedor esciuromorfo, que así se clasifica el
animalito, y es una excusa, un instrumento que se utiliza en parte de Canada y
Estados Unidos para determinar el fin del invierno. Es, en otras palabras, un
método que tiene mucho de empírico y que se celebra 12 días antes del día de
los enamorados. Abona la red e informa que el 2 de febrero, casi siempre, la
marmota abandona su madriguera y se lanza a saludar la pronta primavera. Muy
bien por la marmota.
Ya nada me sorprende en esto de los calendarios y sus
días. La frase la repito como un mantra, pero leo en el periódico que los
chinos celebran el año de la cabra. Esta vez el sudor frío no recorre mi
espalda, menos cuando la cabra promete cambios.
@pedrojsuarez
Instagram pedrojsuarez
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