sábado, 1 de agosto de 2015

Humor y Libertad de expresión*
Pedro Suárez



“...la comicidad es de las pocas cosas serias que van quedando en el país"
                                                                             Laureano Márquez 

Cuando pienso en el humor me viene a la memoria la fantástica acumulación de sorpresas que fue la prosa de Augusto Monterroso, y en la minuciosa tarea de austeridad espiritual que describe Umberto Eco en la novela En nombre de la Rosa. Monterroso no solo nos recuerda que el dinosaurio todavía estaba allí, si no que detiene una mosca en la nariz de un Papa, de un monstruo como Hitler y de una leyenda como Cleopatra. Las moscas, que así se llama el cuento del que les hablo es una alegoría del humor que se alimenta de su enemigo histórico y aliado más fiel, a la vez, el poder. Aliado y enemigo, ¿cómo es eso? Sí, aliado porque el humor sin el poder como referente narrativo es como una ballena varada en la playa, y enemigo porque nada incomoda más al poder que el humor. De allí, por supuesto, a la libertad de expresión solo hay un saltito. De ese saltito les hablaré más adelante. 

Convengamos, antes de seguir, que a veces somos demasiado ligeros al momento de analizar el presente. Descalificamos la historia y lo histórico. No es gratuito que para despachar una relación amorosa cantemos con Héctor Lavoe que ese amor es un periódico de ayer, que nadie más procura ya leer. Sí, qué fastidio leer lo que ya pasó. Pero vean, cuando Jesús de Nazaret responde aquello de que al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, ¿no se estaba autocensurando? ¿no había allí un contencioso que tocaba directamente a la libertad de expresión? ¿Para un hombre que se hacía llamar el hijo de Dios, acaso le era extraño que se estaba enfrentando al poder político y religioso que bailaban pegados en ese momento? Y miren que no se trataba de cualquier poder, era el más grande poder de su tiempo, la encarnación del imperio más descomunalmente grande de la historia de la humanidad. El episodio bíblico tiene entre sus muchas lecturas, una fundamental para mí, la posibilidad de decir o no lo que nos venga en gana. Si bien hay poco de humor en la respuesta de Jesús de Nazaret, en cambio hay mucho de ironía, y la ironía es prima hermana del humor. 

Ante el temor y el oportuno respeto que sentían los hombres y mujeres del medioevo por la iglesia y el poder que ella representaba, ¿no fue lo más sensato que Galileo, ante el Tribunal de la Santa Inquisición, reconociera que la tierra era plana?, y, ¿no es el humor el que le sirve de justificación ante la historia cuando propone de manera socarrona que sí que era plana Eppur si muove? 

El matrimonio, entonces, entre el poder, el humor y la libertad de expresión es disfuncional, siempre. Los dos últimos, casi siempre, llegan a casa armando zafarranchos; lease por zafarrancho expresar de viva voz o por escrito lo que piensan, y como el poder tiene una piel demasiado sensible le irrita lo que el pueblo piensa de él, sobremanera si no piensa como el poder quiere que piense. Por eso es que el humor es el único que logra desvestirlo. El humor es el que grita que el rey está desnudo.

Cuando a ese héroe civil, gigante de la inteligencia que fue el maestro Pedro León le preguntan así: ¿Zapata, cuánto te pagaron? Está desnudando al rey. Le está diciendo al mundo, este rey le molesta que yo piense distinto a la verdad oficial. Esa magia de obligar al poder a desnudarse solo lo logra el humor. A ver, pero la libertad de expresión es, también y en esencia, un Derecho Humano, y como todos los Derechos humanos, este, también, es irrenunciable.

Regreso a lo que dije arriba, el humor asociado a uno de los argumentos de la novela En nombre de la Rosa, de Umberto Eco; en la novela se discute ampliamente sobre el carácter maligno de la risa, y fundamentan esta afirmación en un supuesto libro de Aristóteles, el segundo que el filosofo dedica a la poética. Más allá de la fascinación que guardan las páginas del libro de Eco, queda esta pequeña punta de hilo para destacar que tanto en la novela como en los patios del poder, la risa es un veneno asociado al humor, y el humor, es sinónimo de libre pensamiento.

Los artistas que hoy nos reciben en sus trazos, genios de todos del humor, han enfrentado con el filo de la inteligencia que les acompaña, al poder. Revisen cómo están sus sitios de trabajo y comprenderán las consecuencias de ese mal matrimonio entre el poder, el humor y libertad de expresión. 

El humor, mis queridos amigos, termina siendo como aquella mosca de las que les hablé al principio, por eso Monterroso nos recuerda que: ‘Es más fácil que una mosca se pare en la nariz del Papa a que el Papa se pare en la nariz  de una mosca’. Podrán entonces apuntar todas las bayonetas -entiendo que la imagen es un anacronismo- contra el humor, pero el humor siempre se las ingeniará para pararse en la nariz del poder y desde esa atalaya, decir lo que mejor le parezca.

@pedrojsuarez


* Texto leído en la apertura de la exposición itinerante de caricaturas “El humor nuestro de cada día” en homenaje al maestro Pedro León Zapata, en Upata, estado Bolívar, el viernes 31 de julio de 2015

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