domingo, 8 de marzo de 2015


La hora de irse
Por Pedro Suárez


Me gusta irme de los lugares sin despedirme, pero esa vez lo hice porque no éramos muchos, éramos pocos. Rompí la regla, y es un decir porque como tal nunca ha sido una regla, menos una norma, un propósito, una provocación. Me voy sin despedir porque me da la gana, porque si lo hago de primero nadie lo nota y si me voy de último, tampoco. Disfruto, lucho por no consignar la frase, hacer mutis en la escena.

Tengo un amigo que va a todos los velorios del pueblo. Creo que lo hace porque se está preparando para tener un entierro digno. La frase es de él. Un entierro digno para mi amigo es que la sala velatoria se atiborre de coronas y de mensajes donde lamenten su fallecimiento. No sé si es casualidad pero cada vez que muere alguien al que nos haya unido una amistad en común me llama por teléfono, y lo hace desde la funeraria, cuando no desde el cementerio. La pregunta es invariable: ¿Supiste que murió Alfonso? Si es Alfonso el del obituario de ese día, por decirlo de alguna manera. De seguidas comenta con orgullo: La familia está destrozada, fue una muerte inesperada. Afortunadamente la familia está recibiendo demostraciones de cariño en abundancia que les recuerda el gran hombre que fue Alfonso. Hermano, remata, aquí no cabe un alma, para mí que no quedó una flor en la ciudad. Todas se las presentaron al difunto. Para cerrar me pregunta: ¿Tú no piensas venir? y se responde él mismo: Es que a ti no te gusta cumplir. Ya vas a ver, cuando te mueras vas a estar más solo que la una.

Narro la afición de mi amigo por los velorios porque también es de los que se retrasa en las despedidas. Le encanta abrazar y dar la mano, prometer visitas que nunca cumple, felicitar y lamentar el que ya no se reúnen. Mido los estados de exaltación que por las buenas maneras tiene mi amigo, con el desdén que me produce su entusiasmo. Anoto, a manera de excusa, que la despedida que detallo en el primer párrafo de estos renglones fue para, precisamente, despedirme de mi amigo. Lo tenía al frente, pero lo veía de lado, en su ataúd. 
@pedrojsuarez

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