Un 2020 que pudiera ser cualquier año
A un hermano que no es cualquier, Carlos Villaverde
Van dos décadas del siglo XXI y las cosas ya no son iguales que las últimas dos décadas del siglo XX. Algo ha pasado, pero somos los mismos. Es obligación ser "feliz", las redes sociales cumplen el papel de comisarios para certificar tal circunstancia. Está mal vista la tristeza. Si eres solidario, que el mundo lo sepa, para eso inventaron el selfie. La llaga tiene que aprender a convivir con el laurel. Somos los mismos. Queda la vana tarea de clasificar horrores y alegrías. El puesto en el escalafón lo deciden los comisarios. Como en el siglo XX los políticos son los que pagan la factura del deshonor y el pueblo se exculpa, se coloca en la otra acera y se declara inocente. Al pueblo ni con el pétalo de una rosa. Es verdad, cómo negarlo, que lleva la peor parte. ¿Dónde no es así? Por eso somos los mismos. Con el amanecer del 31 de diciembre llega otra década, la tercera de este siglo. Pero seguimos siendo los mismos. Mucho postureo, algo de arrogancia, y alguno que otro flotando en la inmensidad de un océano que llaman bondad. Pero somos los mismos. Los dinosaurios no contabilizaban los años, simplemente comían y defecaban. Un día les cayó un meteorito y no pudieron decir adiós. Así nos va pasar. Entropía señala el diccionario.
Feliz año 2020
"La poesía que busco es como un diario en donde no hay proyecto ni medida" José Emilio Pacheco
martes, 31 de diciembre de 2019
sábado, 21 de diciembre de 2019
El arte de chocar contra una pared
La óptica de Alice Wu, o si prefieren su manera de relacionarse con el mundo y con la gente, no sólo es inteligente si no que está insuflada de una elevada dosis de tolerancia para con el prójimo. Es el hacer y dejar hacer. Pero además, es el sentido de la caridad y la compasión ante el error. Y mire que no es poca cosa el credencial moral con se presenta ante el mundo. Sobre manera ahora que ser feliz es una obligación que debe registrarse en las redes sociales, y que dejó de ser un asunto íntimo. Abulta su visión, además, la dosis de humor que se requiere para perdonar y no sentirse dueño de verdades inconmovibles porque al final llega la muerte, y con ella el olvido.
Me gusta Alice Wu, me hace bien saber que no es un comisario, y que así se hacen mejores películas.
miércoles, 11 de diciembre de 2019
Razones esdrújulas
Paul Auster
El amolador de tijeras
Paul Auster
El amolador de tijeras
Los premios sirven para algo más que recibirlos, y eso hizo Paul Auster en su discurso de aceptación del premio Príncipe de Asturias de las Letras, del año 2006.
Auster no se quedó en la comodidad del agradecimiento al jurado y a los organizadores que bla bla bla, ni habló del ¨sufrimiento¨ del escritor al momento de enfrentar la página en blanco, dijo: “Un libro nunca ha impedido que la bala penetre en el cuerpo de la víctima. Un libro nunca ha evitado que una bomba caiga sobre civiles inocentes en el fragor de una guerra. Hay quien cree que una apreciación entusiasta del arte puede hacernos realmente mejores: más justos, más decentes, más sensibles, más comprensivos. Y quizá sea cierto; en algunos casos, raros y aislados. Pero no olvidemos que Hitler empezó siendo artista. Los tiranos y dictadores leen novelas. Los asesinos leen literatura en la cárcel. ¿Y quién puede decir que no disfrutan de los libros tanto como el que más?
En otras palabras, el arte es inútil, al menos comparado con, digamos, el trabajo de un fontanero, un médico o un maquinista”.
Más adelante el escritor norteamericano se interroga, ¿qué tiene de malo la inutilidad?; la pregunta le rompe el cuello al discurso que privilegia lo importante por sobre la necesaria urgencia del ocio, y deja desnudo a los que miran con desprecio el oficio que se ensucia las manos en tareas de quince y último. Crear mundos imaginarios de la nada, en todo caso, es como sentar a la realidad en el lomo de un tigre, conscientes que ésta última siempre supera la ficción. Pero no es más importante que amolar tijeras.
lunes, 9 de diciembre de 2019
Razones esdrújulas
Hitler iba adelante
La iconografía lo muestra en un Mercedes Benz descapotable, con su clásico saludo de la mano derecha extendida. Aparecía hierático, a escasos centímetros del parabrisas, era que le gustaba ir en la parte delantera. Prefería ese puesto porque los judíos ricos, los oligarcas, los industriales, la gente que, según él, despreciaba el pueblo, a los pobres, viajaban en el puesto de atrás. Ese detalle lo hacia distinto, ese gesto traducía su ¨amor¨ por los que menos tenían, por los alemanes postergados, por los de raza pura, superior, la aria; antes había autorizado la construcción del Volkswagen para que todo el pueblo pudiera tener carro propio.
Así encantan los demagogos y populistas, esa es su chistera para cumplir el acto de multiplicar el odio, y sembrar el resentimiento contra los que le ``robaron´´ su glorioso pasado; de allí sacan conejos, corazoncitos y, cómo no, las lágrimas a quienes se dejan encantar. La historia, si para algo sirve, es para dejar espejos donde podemos verle la cara a las imposturas, y a los impostores.
Nota
Razones esdrújulas cerraba la columna Remiendos, que por casi diez años publiqué en el Diario Correo del Caroní. En ese espacio me dejaba ganar por la ¨razón poética¨, y le huía a la insufrible realidad que trae consigo la actualidad noticiosa. En días pasados encontré una carpeta donde reposaban algunas copias de Remiendos; releyendo, sentí que lo único que podía salvarse eran las esdrújulas de Remiendos. Aquí las dejo para mis lectores. De a poco las iré publicando.
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